La ruta del cannabis medicinal en el interior de Buenos Aires

Cultivadores de tres pueblos se unieron para impulsar el turismo rural y comunitario difundiendo los cultivos de cannabis. Buscan acercar a los cultivadores con quienes quieren comprar aceites y ungüentos seguros.

En tres localidades de la provincia de Buenos Aires trabajan para visibilizar el cannabis y, mientras se proponen quitar el velo del estigma en sus pueblos, construyen una alternativa de turismo cannábico para fomentar el vínculo con consumidores y pacientes. Tapalqué, Santa María y Pardo, tres pueblos y una ruta del cannabis medicinal.

Pardo 

Pardo, provincia de Buenos Aires, está a 35 km de Las Flores y a 214 km de la Ciudad de Buenos Aires. Juan Manuel Damperat se instaló en una casita abandonada cerca de la Estación de Ferrocarril de Pardo, donde ya no para el tren que conecta la Ciudad con Bahía Blanca. 

Allí, en el emprendimiento de ecoturismo en el que trabaja, montó un vivero de plantas nativas, ornamentales y medicinales. Lo llamó Flores de Las Flores. “Pasan las dos cosas: vienen a visitar Pardo y se encuentran con las plantas y con los aceites, entonces preguntan y yo les explico cómo trabajo, cómo es la producción. Y también llegan personas que leen sobre mi trabajo, que me conocen a través de alguna entrevista y quieren conocer, saber más de la planta. Hablar con el productor para establecer un vínculo de confianza y comprar el aceite con esa seguridad”, cuenta Damperat.

Juan Manuel Damperat, de Flores de las Flores

“Yo dejé de ser el fumón del pueblo a ser el que provee a los vecinos del aceite para sus dolores. Cultivo desde que tengo 18 años y ya tengo 44. No es una moda, no es algo nuevo para mí. Siempre quise producir lo que consumo, tengo vivero, plantas, aromáticas. No es sólo cannabis”, describe.

Pardo se convirtió en un punto de encuentro para fanáticos del astroturismo que se convocan a fotografiar y observar el cielo y las estrellas. Gracias a ese disparador se fueron sumando hospedajes y ofertas para pasar la noche en el pueblo.  

Ahora, con una cooperativa quieren que el cannabis también sea un atractivo.

Astroturismo en Pardo

“Queremos generar interés. Yo tengo las plantas con el huerto. Antes tenía tres a la vista para que la gente las vea y las conozca, mostrarles el producto terminado y de dónde viene”, insiste.

La iniciativa se canalizó a través del Programa Pueblos Turísticos de la Provincia de Buenos Aires del que participan 33 localidades con la idea de difundir actividades, atractivos y crear circuitos en rurales. Para los cultivadores de Tapalqué, Santa María y Pardo es una alternativa -además- de romper con los estigmas todavía vigentes en sus pueblos.

Tapalqué 

Rodrigo vive en Tapalqué y forma parte de la cooperativa Cuarto Creciente, que desarrolla el espacio Habi-TAD, para hacer talleres y capacitaciones sobre cannabis medicinal. 

También ofrecerán tours rurales, paseos en bicicleta y travesías.Fue durante la cursada de una diplomatura de Turismo Rural de Base Comunitaria, de la Universidad Nacional de Quilmes, que se contactó con sus pares de Santa María y de Pardo para empezar a hablar de “este sueño en común”.

La construcción de Habi-TAD, la sede de la cooperatica Cuarto Creciente.

“Queremos conectar localidades apuntando, dentro de lo que se viene trabajando con el turismo, a un circuito cannábico donde podamos mostrar lo que hacemos y ofrecer la producción. Así tener la posibilidad de informar mucho más a las personas ya que en localidades chicas como la nuestra aún hay mucho prejuicio”, desarrolla Rodrigo Carrica Bianco.

La idea es que las organizaciones de estos pueblos se conecten, se crucen y hagan actividades en conjunto para favorecer el circuito.

Santa María 

En Santa María, un pueblo cerca de Pigüé, al sur de la Provincia, está Santa María 420. Es una red de cultivadores que desarrolla eventos cannábicos visibilizando los beneficios del cannabis. Además crearon Espacio 420, un lugar de “consumo seguro y muy amable para el usuario de cannabis”. 

Sumado a los stands en fiestas populares, las charlas y los talleres, la asociación produce derivados del cannabis, como aceites y ungüentos para uso terapéutico.  

La sede de Santa María 420.

Ahora tienen un terreno donde van a crear un espacio de cultivo comunitario para los socios. “A partir del año que viene las personas que quieran asociarse podrán hacerlo mediante una membresía y podrán acceder a derivados del cannabis seguros, porque los analizamos mediante cromatografía para asegurarnos, dentro de lo que podemos, que lo que producimos sea de la mejor calidad posible”, dice Juan Manuel Beier, de Santa María 420.

Y cerraron: “Nos encanta que Santa María esté dentro del circuito turístico. Acá la gente de todo el país tiene un lugar para charlar de cannabis, para compartir cosechas, flores, y para poder acceder a derivados de cannabis de calidad y tener una vida mejor”.