Arman el primer “mapa cannábico” del país: ya se sumaron más de 200 organizaciones

Lila Torre y Luciana Bruzzo Iraola, investigadoras de la Universidad de La Plata; junto a Soledad Pedrana, de AUPAC; crearon este mapa interactivo que rescata el trabajo y el rol de las organizaciones sociales cannábicas en el país. Se actualiza y permite identificar las necesidades y problemáticas que enfrentan las distintas asociaciones.  

Las cosas no suceden de un momento a otro. Y muchas veces, cuando se concretan, colectivamente se pierde de vista todo el proceso que llevó a conseguirlas. Actualmente en Argentina existen una serie de leyes y de proyectos productivos que permiten la utilización de cannabis medicinal, pero esto no fue siempre así. Y para que se llegue a esta realidad el trabajo de las organizaciones de la sociedad civil fue clave. Resaltar y revitalizar su rol en el proceso actual y lo que está por venir resulta imprescindible.

Esta fue la premisa que llevó a Lila Torre y Luciana Bruzzo Iraola, investigadoras de la Universidad Nacional de La Plata, a realizar el “Mapa Federal de organizaciones cannábicas argentinas” que forma parte de un trabajo de investigación titulado: “De la planta Cannabis Sativa L. Argentina: saberes, identidades y colectivos sociales”. Junto a ellas estuvo Soledad Pedrana, de la Asociación de Usuarios y Profesionales para el Abordaje del Cannabis y otras drogas (AUPAC), que venía trabajando en algo similar. “A nosotros nos pasó que formábamos parte del Frente de Organizaciones Cannábicas Argentinas (FOCA), el primero nacional, y cuando llegó la pandemia nos agarró en medio de un relevamiento a nivel nacional. Un trabajo muy arduo que realizamos con un compañero, recorriendo redes y buscando focos cannabicos para contarles del Frente y poder ampliar y buscarse de otra manera”. Esa confluencia dio lugar al resultado que hoy se plasma en el mapa con más de 200 organizaciones históricas en cada punto del país.

«El mapa está vivo»: cómo plantearon el armado

“El patrimonio inmaterial es el patrimonio vivo. Tiene que ver con representaciones, prácticas, usos y costumbres. Es una forma de hacer, sentir y expresar la cultura”, explica Lila Torre, especialista en el tema y cuenta que debido a un interés personal es que decidieron hacer foco en la cultura cannábica. “El trabajo de investigación que realizamos con mi compañera Luciana Bruzzo analiza las formas de organización social en vinculación con la planta de cannabis. Como primer objetivo nos planteamos la geolocalización, es decir identificar con quién uno va a trabajar”. Comenzaron por la provincia de Buenos Aires por ser su ámbito y el desarrollo del proyecto las comunicó con Soledad. Así fue que empezaron a trabajar juntas. Hoy el mapa ya relevó más de 200 organizaciones, algunas de las cuales ya no funcionan y otras que están activas. Pero no es algo estanco, todo lo contrario. “El mapa está vivo”, afirma Pedrana, una de las fundadoras de AUPAC, una de las ONG de referencia.

Abierto y participativo

“Cuando empezamos la investigación la planteamos abierta y participativa. En ese tren de abrirla es que hace que se visibilice este trabajo y que se comparta. Ahí empezó el proceso a la inversa. En vez de estar rastreando nos empezaron a preguntar y buscarnos a nosotras. Por eso creamos un formulario donde las organizaciones pueden sumarse o también, las que ya están, actualizar los datos”, relata Lila Torre.

En cada uno de los puntos puede identificarse la organización y un medio de contacto, generalmente las redes sociales. Si bien el mapa permite geolocalizarlas, las direcciones no son exactas ya que aún hoy, a pesar de las leyes, es información sensible. “Sabemos que aún hay muchos problemas con denuncias y/o robos de plantas. Además muchas veces la sede es la casa de alguno de los integrantes. Por eso la ponemos en espacios públicos como plazas que se llaman como algún prócer, no cualquiera, preferimos que sea Belgrano o San Martín, como una posición también”, cuenta Torre.

Durante la recopilación que fueron realizando también se pudo categorizar a las organizaciones. No es solo una manera de poder localizarlas dentro del territorio para los usuarios o quien quiera contactarlas, también sirve como una herramienta para el desarrollo de políticas públicas. “El mapa muestra que más allá de la centralización  de las organizaciones en las ciudades, grandes urbes, principalmente en Buenos Aires, hay todo un movimiento expandido. Es una herramienta maravillosa la que desarrollaron a partir de los diferentes relevamientos que fuimos haciendo y que confluyeron en este mapa”, dice Pedrana. Y sentencia: “Es una genealogía del movimiento”.

Las capas de información del mapa cannábico

Actualmente, en el mapa que está abierto al público solo pueden verse algunas categorías, como las organizaciones, las federaciones y algunas que luchan por la libertad de detenidos por cultivos de marihuana. A su vez, también hay una clasificación de entrevistas a integrantes de las organizaciones. Pero en sintonía con lo que explicaba Pedrana, el mapa crece y se trabaja con la información de las asociaciones según las actividades que realizan.

“Tenemos organizadas diferentes capas para ir agrupándolas. Por ejemplo, las que cuentan con dispositivos de salud, las que elaboran fitopreparados, las que tienen proyectos, las distintas redes. También estamos incluyendo centros de cromatografía”, explica Torre. Al igual que Pedrana, coinciden en que esta información aún es sensible por el prohibicionismo existente y es una forma de resguardar a las organizaciones.

En este sentido, Pedrana destaca que a pesar de los avances, desde las agrupaciones de la sociedad civil hay mucho por luchar. “Las organizaciones van a seguir siendo perseguidas. Desde otro lado, es verdad, pero se siguen violentando derechos y libertades individuales. Lo que va cambiando es la libertad que coartan y el derecho que aplican”, afirma la fundadora de AUPAC.

Y continúa: “Las organizaciones distan mucho de poder ser las productoras que siempre fueron porque si hay algo que se le tiene que devolver al movimiento cannábico es su carácter productor, porque detrás de cada usuario hay un cannabicultor que produjo. Le estamos quitando el derecho al trabajo”.

En este mismo sentido, Torre agrega: “Hay dos corredores, uno el comercial de los medicamentos y otro el cultural, que es el que vino funcionando todos estos años. Cambia la lógica y lo que está pasando es la apropiación cultural de lo que la gente viene desarrollando con los fitopreparados”.

Un mapa de todos

El mapa se puede visitar y consultar libremente. Tras más de un año de trabajo está online y se va modificando constantemente. Es un trabajo constante que ya superó el proyecto inicial y hoy es una fuente de información sensible y necesaria para el trabajo de las organizaciones. “Ya no nos pertenece, fue totalmente apropiado por la comunidad cannábica”, afirma Lila Torre. Soledad Padrana, otra de las creadoras junto a Luciana Bruzzo, va más allá: “El mapa es de todos”.