Del “bajón” a tratamientos de patologías crónicas: ¿cómo puede el cannabis estimular el apetito y acompañar a pacientes que necesitan bajar de peso?
En el conocimiento popular está bien instalada la capacidad que tiene la marihuana de estimular el apetito. Pero el famoso “bajón”, asociado a alimentos gratos al paladar, está más vinculado al tetrahidrocannabinol (THC) que al CBD. Incluso ese recurso es utilizado para tratar a pacientes que por distintos motivos padecen inapetencia o tienen dificultades a la hora de comer.
¿Qué pasa con el cannabis y el apetito?
A la hora de pensar en tratamientos para acompañar a pacientes con obesidad hay estudios que refieren que los consumidores de cannabis tienen menos probabilidades de tener problemas relacionados al peso corporal.
Virginia Ventura es nutricionista, cofundadora de la Red de Profesionales para el estudio del Cannabis e integrante del Espacio de Trabajo por la Soberanía Alimentaria.
Respecto de la función reguladora del cannabis en el apetito, explicó: “Es la conocida gula postconsumo de cannabis. Este estímulo lo produce el THC, el tetrahidrocannabinol, a nivel del hipotálamo. Actúa sobre los receptores cannabinoides de tipo 1, que son los que tenemos en más abundancia en el cerebro, y que forman parte del sistema endocannabinoide, que es un sistema de regulación presente en todos los animales vertebrados. Tiene fundamentalmente funciones de regulación y este sistema de regulación forma parte de otros sistemas de regulación como es el sistema de regulación del apetito”, empieza a desarmar.
El sistema endocannabinoide en busca de comida
El sistema endocannabinoide «tiene una gran presencia” y -explica Ventura- es parte del “fenotipo ahorrador”. Se llama así porque funciona como un “fenotipo que guarda energía para los momentos de mayor consumo, por lo que cuando se estimula el sistema endocannabinoide tiende a activarnos para ir en busca de comida”. Sin embargo, como este sistema en realidad es un gran modulador, su acción es la de “llevar todo el tiempo al punto óptimo de funcionamiento de todas nuestras funciones fisiológicas», refiere Ventura.
Eso hace que los resultados en el cuerpo no sean lineales: “Los consumidores crónicos de cannabis, que este es el conocido efecto paradójico del cannabis sobre el peso, no tienen más peso que la población general y tampoco tienen más prevalencia de enfermedades metabólicas. Eso es lo que uno esperaría por esta tendencia que tiene el cannabis de darnos hambre. En realidad se produce lo contrario: las personas que consumen cannabis crónicamente tienen un peso más estable y tienden a desarrollar menos enfermedades metabólicas”, analiza Ventura.
¿Cómo se explica la regulación del apetito?
Para explicar ese fenómeno hay varios motivos. “Uno es que el consumo crónico apaga el sistema endocannabinoide. Los receptores de tipo 1 tienden a bajar en cantidad cuando se recibe cannabis”, ejemplifica Ventura. Y agrega: “Dentro de otros efectos que el cannabis tiene sobre la regulación del apetito, el THC a dosis medianas o altas, de forma aguda (por ejemplo en el cannabis fumado), produce esta hiperfagia (comer en exceso). Cuando se consumen dosis altas durante mucho tiempo produce lo contrario: hipofagia y anorexia”.
La diferencia entre las dosis y los componentes sería la clave. El CBD, por ejemplo, regula las acciones del THC modulando el hambre. Incluso, los expertos investigan otro componente: el THCV, que “produce saciedad y efectos en la glucemia”. Por esto, es un cannabinoide que podría ser clave en tratamientos para la diabetes.
Cannabis y obesidad
El cannabis puede acompañar en tratamientos para la obesidad como un recurso más por la variedad de efectos que produce. Entonces, para enfermedades metabólicas podrían ser aplicables preparados con CBD o el THCV, o las dosis de THC altas a lo largo del tiempo como herramientas terapéuticas para la obesidad.
“Los trastornos metabólicos son enfermedades muy complejas que, como son crónicas, a lo largo de la vida suelen combinarse con muchas otras. Por ejemplo, la depresión o falta de energía. Muchas personas que son obesas tienen a su vez problemas articulares, dolores de cadera, rodilla o tobillos. Eso termina dificultando que hagan actividad física», explica Ventura.
Y amplía: «Eso genera que se queden en ese círculo vicioso de no poder bajar de peso por no poder hacer actividad física. Cada cada kilo que aumentan van ganando más inmovilidad y se perpetúa la patología. En esos casos se puede dar un compuesto de cannabis que pueda ayudar en esa analgesia y termina beneficiando, pero desde un lugar secundario”.
Distintas patologías, distintas opciones terapéuticas
Lo cierto es que depende del origen del trastorno cuál será el tratamiento adecuado para la patología. En el caso de personas «que tienden a comer por emociones o tienen ese hambre por ansiedad” también encuentran beneficios en los preparados con CBD por sus cualidades ansiolíticas. “También pueden mejorar desde ese lugar, como son patologías crónicas, uno puede aplicar diferentes herramientas para que los pacientes puedan ir acompañando sus procesos”, clarifica la nutricionista que se identifica como “Ecofeminista Basada en Plantas” en sus redes sociales.
Entre los métodos de administración, Ventura prefiere los preparados de aceite, antes que la forma fumada o vaporizada, que se utiliza para episodios agudos. “Si es apuntado en enfermedades metabólicas, un aceite equilibrado thc – cbd es lo más adecuado. Para el tratamiento del dolor, por ejemplo, o si es para ansiedad, lo más adecuado es un aceite más rico en CBD. Depende de cuál sea el objetivo de la persona que estamos abordando”, apunta.
Para definir esos lineamientos es fundamental contar con el abordaje de un profesional de la salud que acompañe el tratamiento.
La educación alimentaria como base
El rol predominante de la alimentación en el funcionamiento del cuerpo parece ser la clave de este tiempo. No sólo por las consecuencias que produce la mala alimentación prolongada en el tiempo, si no también para otras patologías. “Sabemos que otro montón de patologías que hasta ahora no se consideraban como relacionadas con la nutrición, ya sea los problemas inmunológicos o neurológicos del tipo de Alzheimer o Parkinson, en realidad tienen relación con la alimentación. Es porque la microbiota de nuestro intestino modula mucho la evolución de esas enfermedades. Entonces la educación alimentaria es la base de todo, es como como tirar una flecha al vacío querer dar un cannabinoide o cualquier tipo de fármaco o de tratamiento para una patología crónica cuando no se hace un abordaje de la educación alimentaria, eso siempre va a ser la base”, concluye Ventura.
Es que el cambio de hábitos, los alimentos que ingerimos, como todos los estímulos que recibe el cuerpo, como la “exposición solar, la higiene, la vida al aire libre, la actividad física. Y por qué no a redes sociales o noticias y otro montón de estímulos que -de alguna manera- son alimento también y tienen un impacto en nuestro estado de salud”.
Periodista, estudió Comunicación Social en la UNLZ.