Lo aconseja el cardiólogo Javier Victorica, especializado en tratamientos con la planta. Aquí, una entrevista sobre su experiencias, los procesos de la planta y los desafíos que vienen.
Javier Victorica es cardiólogo, especializado en endocannabinología, y uno de los fundadores de Educannar. Fanático de la planta de cannabis hace más de 10 años, combina sus consultas con consejos para el autocultivo.
¿Cómo fue tu acercamiento al cannabis terapéutico?
Yo soy cardiólogo hace unos 18 años. Me incliné por cardiología, pero nunca me dejó de gustar la medicina general y la parte de cannabis me encantó porque me volvió a acercar a una visión más integrativa de la persona. No es ver solo el corazón, el colesterol y las cosas que más se ven en el consultorio de cardiología.
Por otro lado, siempre me interesó la planta, así que en realidad yo entré más en el momento de la ilegalidad. Empecé a tener mis plantas hace más de 10 años, a cultivar y a conocer las distintas variedades y sus características, olores y formas y tamaños. Después me sumé a muchas de las redes que hoy funcionan sobre cannabis terapéutico.
¿Qué limitaciones tiene el cannabis?
El primer paso es conocer cuáles son las situaciones que en el cannabis puede llegar a traer un inconveniente. Una vez que uno maneja esa parte de los efectos adversos o del efecto psicoactivo, hay que ver cómo utilizarlo a favor. Uno puede estar confiado realmente una vez que conoce las dosis. La dosificación es muy importante y hay maneras de dosificar la intensidad del efecto. Esto lo tiene que entender primero uno mismo como profesional de salud y después explicárselo claramente al paciente para probar de manera segura.
¿Qué patologías o dolencias son las más frecuentes para tratar con cannabis, además de la ya tan conocida epilepsia?
Las consultas más frecuentes son por algún tipo de dolor, ansiedad o insomnio. Pero también hay otro tipo de situaciones: temas en la piel, dolores menstruales, problemas neurológicos. También consultan para complementar tratamientos y disminuir efectos secundarios.
¿Y en la parte específicamente cardiológica?
En la parte cardiológica es un poco más experimental el tratamiento con cannabis. Se puede usar para cuadros de presión alta como diabetes o incluso como arritmias. Lo que pasa que está bastante menos estudiado que en otras situaciones.
Uno ve, por ejemplo, pacientes que tienen dolor que aparte tienen diabetes e hipertensión. Y con cannabis cuentan que les bajó la presión y que tuvieron que bajar un poquito los remedios de la presión. A nivel estudios científicos tampoco es algo que está tan estudiado, pero por ejemplo un estudio de gente añosa, a la que le dan cannabis para el dolor con THC o CBD en el chequeo de seguridad le controlan la presión y se ve que cuando empiezan con el cannabis, la presión baja uno o dos puntos. Pero son estudios que no están diseñados para evaluar estas conclusiones, entonces las conclusiones no permiten asegurar la información. Se ve que hay efectos interesantes para investigar, pero está poco claro en qué dosis, con qué canales, etc.
A nivel ya más específico de lo cardiológico se ven estudios, pero con animales que con cannabis tiene un efecto antiarrítmico, un efecto protector en situaciones de infarto. Es un modelo experimental con el que generan infartos en animales y cuando les dan cannabis el daño del infarto es menor. Se postulan hipótesis, pero está muy lejos de usarse en la realidad.
Por otro lado, también hay que tener en cuenta que el cannabis, en realidad es parte de los efectos adversos, tiene un poco la fama de que puede generar efectos adversos cardiológicos. Pero cuando uno empieza a leer esos artículos y leer la información se da más que nada en gente que usa muchas sustancias: cannabis, más cigarrillos, más alcohol, más otras drogas. Son registros de información de hace años y con ese contexto. No es lo mismo alguien que toma cannabis en dosis muy altas, fuma, consume otras drogas y alcohol que una señora que toma unas gotitas indicadas por su médico. Hay que diferenciar.
¿Hay pacientes cardiológicos a los que no se le recomienda el consumo de cannabis?
Hay muy poquitos pacientes que cardiológicamente uno le diga que no puede usar cannabis. En pacientes de alto riesgo cardiológico hay opciones para dar cannabis con CBD sin THC, por ejemplo, en dosis bajas. Para el corazón es bastante diferente el THC que el CBD. Tengo pacientes de alto riesgo cardiológico que están con CBD para para dolores y tuvieron buena respuesta para los dolores y no tuvieron ningún problema cardiológico. El THC puede aumentar la frecuencia cardíaca, puede llegar a subir la presión entonces en una persona sana eso no le hace nada, es como si hacer un poquito de ejercicio, pero en una persona que tiene el corazón debilitado, que tuvo infartos o tiene arritmias que pueden ser serias, puede ser que aumente el riesgo de algún problema.
Con esto que describís, es clave saber qué tienen los aceites: ¿cómo se garantiza una cromatografía segura para saber qué tienen exactamente y minimizar estos riesgos?
Es muy importante saber qué tiene cada aceite. Pasa seguido que viene un paciente con dos frasquitos y muestra que está tomando eso, pero que no sabe qué tiene porque no hay etiqueta, no dice nada. Esa situación para un paciente de riesgo no es recomendable para nada. ¿Qué medidas tomamos? Si el paciente ya está en contacto con el cannabis y tiene sus plantas, le explicamos la forma de hacerlo bien: por ejemplo, que haga un aceite descarboxilado. Usar solo CBD para lo cardiológico es muchísimo más seguro.
Si el paciente trae el aceite, la sugerencia siempre es enviar a analizar a un laboratorio, que te devuelve un informe con todos los componentes. Si tiene poco o nada de THC sé que unas gotas de ese aceite cada 12 horas no va a provocar taquicardia, por dar un ejemplo. La cromatografía tiene un gran valor.
¿Cómo sugerís desarrollar una terapia cannábica?
El tema de la dosis es fundamental en el cannabis y es una de las cosas que cuesta un poquito más entender. Muchos pacientes y profesionales de la salud piensan que todos los aceites son iguales. Pero en realidad depende de la planta de la que lo hayas extraído. Hay cientos o miles de plantas diferentes que tienen distintos aromas, distintos colores, distintas moléculas y que se traduce en un distinto efecto en el cuerpo. Por un lado, está la variedad de plantas y por otro lado, la dosis. Uno puede hacer el aceite más o menos intenso: que con dos gotitas te deje efectos fuertes o que el efecto sea mucho menor.
Tenemos un esquema de inicio de tratamiento que siempre es con las dosis más bajitas.
Cuando tenés la cantidad de CBD o THC por miligramos el profesional va indicando la cantidad y cada cuánto tiempo. Si funciona con eso buenísimo y si no, se pasa al siguiente escalón de dosis. Si en una semana no hay cambio, pasamos a una dosis más fuerte y esa dosis más fuerte quiere decir tantas gotas tantas veces por días. Hay que ir probando y combinando aceites, es un camino de acompañamiento constante. Lo ideal es que el paciente tenga educación de todas esas cosas y que sepa que a veces va a haber que ajustar la dosis. También hay que explicar cuál es la mejor vía de administración: si vaporizar, si en crema, aceite, etc.
¿Cuáles son los desafíos que te parece que quedan pendientes todavía con la terapia cannábica?
Creo que se pueden agregar un montón de cosas. Hay gente que con 0,1 miligramos ya tiene un efecto y otras personas necesitan 10 miligramos, que es 100 veces más la dosis. El conocer a fondo la dosificación es clave.
Después, que haya accesibilidad a distintas vías de administración: cremas confiables, aceites confiables de distinto tipo.
Juntar datos, contar con información es una una de las cosas más importantes y tratar de sacar conclusiones. El cannabis tiene esta particularidad diferente a un remedio de la presión, por ejemplo. El remedio no se lo van a dar a un paciente hasta que no esté aprobado en 10.000 pacientes y el cannabis es al revés: la gente ya lo viene usando y después empezamos a encontrar las explicaciones.
¿Cómo es la formación para aprender sobre cannabis medicinal?
La formación en cuanto al cannabis va siendo cada vez más formal. Nosotros, los que empezamos ya hace cuatro o cinco años, teníamos algún curso de unos meses y nada más acá en Argentina. Pero había mucho material a través de Internet de cursos de afuera, así que hice unos cursos virtuales de Estados Unidos, por ejemplo.
Yo me la paso leyendo sobre el tema y empecé a tener mis plantas hace más de 10 años. Empecé a cultivar y a conocer sus variedades, características y sus distintos colores, formas y tamaños. Después cuando fue habiendo avances en legislación y cada vez más redes se empezó a armar un grupo de profesionales de la salud, cultivadores y pacientes. Muy de a poco el cannabis se fue metiendo en las consultas médicas tradicionales, desde pacientes que venían con dudas y se fue expandiendo. Ahora hay una explosión de cursos y formación universitaria que son muy buenos.