«Unidad de Cannabis Medicinal»: qué es y cómo funciona el innovador espacio del Hospital de Esquel

Es una de las pocas del país dedicadas 100% al cannabis. Ivalú Cerdá, médica del centro de salud de Chubut, cuenta la experiencia. La relación con los pacientes y el aprendizaje constante para llevar adelante tratamientos con todo tipo de patologías. La importancia en los pacientes de cuidados paliativos. 

“Venían los pacientes y nos decían ‘Quiero mi cannabis’. Hace cinco años era raro escucharlo en un hospital público”, cuenta Ivalú Cerdá, médica generalista y una de las tres integrantes de la Unidad de Cannabis Medicinal del Hospital de Esquel. Fue el pedido y la necesidad de los pacientes lo que llevó a los médicos que venían trabajando con cannabis a la creación de esta unidad. Funciona hace cinco años y trabaja con derivaciones de los demás servicios y pacientes que se acercan directamente.  Actualmente hay cerca de 200 personas que se atienden en el servicio, pero no todos los procesos son iguales. “Hay algunos que con el tiempo se independizan y se administran solos, otros que cierran la terapia”, relata.

En el servicio se atienden patologías de todo tipo. Ivalú es especialista en cuidados paliativos, al igual que Lía Perez Renzi, una de sus compañeras. Leandro Astorga, el tercer integrante de la unidad, es fisiatra y se dedica a la recuperación física. Pero ellos no son los únicos. También integran el servicio un grupo de cannabicultores solidarios que trabajan en los programas y dan asistencia a los pacientes. “Nos vienen a ver por todo tipo de dolencias y derivados de los distintos servicios. Algunos llegan solos, saben que estamos y piden una consulta. Pero los trastornos de dolor crónico, sea por algún proceso neurodegenerativo, artrósico o de otro origen, y los de ansiedad e insomnio son los más frecuentes”, dice Cerdá. 

Cómo crear una Unidad de Cannabis Medicinal

Si bien la Unidad de Cannabis Medicinal se creó hace aproximadamente un año, hace cinco que venían trabajando con cannabis en la unidad de cuidados paliativos, donde el uso de la planta toma vital importancia. “La planta ayuda de una manera particular. Tenemos receptores en todos lados y esto hace que regule un montón de funciones que le permiten a los pacientes un estado de bienestar. Ayuda con el sueño, el apetito, todo eso si bien no es el síntoma principal ayuda a mejorar el estado general”, explica Ivalú y agrega: “Muchos pacientes nos dicen: ‘Quizás no me saca el dolor pero me siento mucho mejor’. Eso es un montón para una persona en situación de paliativos”.

El tratamiento no es siempre igual y es muy personalizado. Una vez que ingresan al servicio se llevan una planilla de autoseguimiento, en la que los pacientes van anotando todo lo que van sintiendo. Esto ayuda a ir probando diferentes opciones.

“Quizás se varía el aceite, se combinan diferentes tipos o se cambia la vía de administración. Es un trabajo artesanal en el que el paciente va encontrando su medicina”, afirma la especialista.

Otro de los beneficio que proporciona el cannabis es que permite muchas veces disminuir las dosis de otros medicamentos con los que interactúa de manera positiva. “En cuidados paliativos usamos opioides o derivados. El cannabis hace sinergia con el sistema receptivo de los opioides. Hemos llegado a bajar la dosis a la mitad y eso evita muchos efectos secundarios que tiene esta medicación”, explica Ivalú Cerdá.

Cómo llegan al aceite de cannabis

Uno de los temas que suele aparecer en las terapias cannábicas es de dónde se obtiene el aceite que consumen los pacientes y el control que se tiene sobre ellos. En el caso de la unidad del hospital de Esquel lo fabrican ellos mismos para dárselo a los que se atienden ahí.

“Nos organizamos a través del cultivo solidario y una vez que nos llegan los esquejes, que conocemos y tenemos controlados, hacemos los distintos preparados en el servicio”, dice Ivalú. Hacen tanto aceites como tinturas o cremas, cada uno de los tipos sirve para un tratamiento. También usan flores secas para la vaporización. “En algunos trastornos de insomnio puede ser muy efectivo. Dos caladas a una temperatura es muy beneficioso”, dice Cerdá.

En el caso de las tinturas, al ser más económicas, les permiten hacer más cantidad y poder repartirla entre más pacientes. Al utilizar alcoholes de cereal se beben en vez del uso sublingual de los aceites. “Cada uno tiene una función y uso distinto”, sostiene.

Una red cannábica

Desde la Unidad de Cannabis Medicinal proveen a los pacientes con las medicinas y, en caso de que la producción que elaboran en el lugar no alcance, derivan a cannabicultores de confianza y pueden saber lo que contienen. Igualmente, ellos mandan a cromatografiar las muestras. “Estamos esperando ayuda en este sentido porque mucho de todo eso sale de nuestros propios bolsillos”, afirma Ivalú y cuenta que muchas veces no llegan con todo el papeleo que implica dar las altas en el REPROCAN, trámite que realizan para evitar que tengan que ir a pagar en consultorios privados.

En el lugar trabajan principalmente con tres ratios (1:1 – 20:1 – 1:2). “Hay algunos con puro CBD, otros más equilibrados y algunos con más THC. Cada cual sirve para un tratamiento en particular, como los que requieren este último en cuidados paliativos”, explica Cerdá.

La clave de que la comunidad conozca el proyecto

La relación con la comunidad y los pacientes es muy buena y hoy ya hay un alto nivel de aceptación. La mayoría de los médicos, que en otro momento no querían saber nada, derivan y trabajan en conjunto con la Unidad de Cannabis. Como suele suceder, son las personas las que llevan la inquietud. La relación entre profesional y paciente es completamente diferente.

“Hay una horizontalidad, donde vamos aprendiendo en el camino. Hay algunos que te piden que les expliques cómo funciona, todo el proceso relacionado con el Sistema Endocannabinoide. Otros, en cambio, creen en las propiedades de la planta y vienen esperando saber las dosis y usarlo”, cuenta Cerdá.

Los tratamientos se van adaptando pero en general, después de un primer encuentro, vuelven entre los cinco y los siete días con un registro de cómo se sintieron. Con el paso del tiempo la idea es que los pacientes puedan ir administrando su propia medicina. “Buscamos que se empoderen y sepan cuánto pueden tomar de acuerdo a los síntomas”, afirma Ivalú.

El proyecto para generar evidencia científica

Una de las cuestiones que se relaciona generalmente con el cannabis es la falta de ensayos clínicos y protocolos. Actualmente en la provincia, en Puerto Madryn, comenzaron un proyecto para el registro de 200 pacientes. En diferentes oportunidades les ofrecieron participar de distintos proyectos, hasta la redacción de un manual, pero nunca se concretaron.

“Estamos abiertos a lo que sea de investigación. Nosotros estamos llevando nuestro propio registro, como podemos. Todo bien con lo demás pero entendemos que la necesidad de la gente es de ayer”, dice Cerdá.