Lo dice la neuropediatra Natalia Taratuto, especialista en cannabis y directora médica de la Fundación para el Estudio de los Problemas en la Infancia. Empezó a trabajar con cannabis en pediatría hace seis años y lo usa para aliviar síntomas de diversas patologías aunque advierte: “No es una solución mágica”.
“El dolor no puede esperar”. Con ese lema llegó hace seis años un grupo de mamás que no había encontrado en la medicina tradicional una solución para las patologías que sufrían sus hijos. Las echaban de muchos lugares cuando contaban que estaban probando tratamientos con cannabis, amenazaban con denunciarlas. Pero Natalia Taratuto, junto con otros colegas, fue una de las primeras en decidir acompañarlas. Pediatra, especialista en neurología infantil, decidió emprender este camino y formarse como especialista en cannabis. “En la carrera de Medicina no vemos nada sobre la planta de cannabis. En la facultad había aprendido farmacología: todo depende del kilo y del peso. La medicina cannábica no tiene nada que ver con esto y demanda una transformación de la cabeza”, sostiene. Hoy sugiere tratamientos con cannabis en pediatría para aliviar distintos síntomas a pacientes con epilepsia refractaria, síndrome de tourette, autismo y dolor crónico, entre otros. “El cannabis cambia la mirada y el vínculo con las familias”, agrega Taratuto. En esta entrevista con Terapia Cannábica, los avances y desafíos con la planta.
– ¿Cuál es la consulta más frecuente sobre cannabis en pediatría?
– En general vienen queriendo reemplazar una medicación por cannabis y a veces hay que poner un freno porque el cannabis no es para todo, hay que pensar bien. ¿Para qué lo vas a administrar? ¿Qué esperas del cannabis? ¿Qué buscás, para qué dolencias?. Hay cosas que el cannabis no va a hacer. Una mamá me decía:: “Yo quiero que mi hijo hable” y la verdad es que el cannabis no lo va a hacer hablar, pero sí puede mejorar la conexión con lo que lo rodea, puede hacer que baje un poco la ansiedad y al bajar todo eso, los terapeutas pueden trabajar mucho mejor. Así, por ahí el nene empieza a tener más ganas de comunicarse. Se le pide demasiado el cannabis, la gente busca la píldora mágica que solucione todo. Yo trato de bajarlos y explicarles qué es lo que sí puede pasar y qué es lo que no va a pasar. Y que sepan que si van a empezar con terapia cannábica, a diferencia de otra medicación, hay que tener paciencia.
– ¿Cuáles son las principales diferencias con un tratamiento clásico?
– Con el cannabis no es como en la farmacia que sé que en 10 días con tal dosis va a pasar tal cosa. Y eso es muy interesante, pero a la vez complejo porque yo no sé de antemano cuál cepa va a funcionar, por ejemplo. Ni yo, ni nadie. Hay nenes a quienes les daba una y no les funcionaba y otros les daba esa misma y funcionaba. Es prueba y error. Y siempre lo indico para nenes que pueden esperar. Hay quienes no pueden esperar porque tienen una gran complejidad y les digo que no es el momento para el cannabis, sino para otro tipo de medicaciones. Cuando se puede estabilizar, ahí empezamos a incorporar cannabis y vemos si podemos sacar la principal medicación. Sobre todo en nenes con espectro autista hay que buscar varios aceites, no suele funcionar ni con el primero ni con el segundo que probamos.
Cannabis en pediatría
– ¿Qué usos tiene actualmente la planta en tratamientos para niños?
– La epilepsia es el principal, ya está recontra comprobado científicamente y la mayoría de los colegas lo acepta. Las abanderadas de esto fueron las mamás de los pacientes pediátricos. Muchos chicos con autismo, por ejemplo, padecen epilepsia. Son patologías que muchas veces se dan juntas. Estas mamás que empezaron con el cannabis para la epilepsia veían también beneficios en las conductas de los chicos con autismo, en lo que llamamos los “ejes centrales”, que para eso no hay medicación. Las medicaciones que se dan hoy en nenes con trastorno del espectro autista son medicaciones paliativas, no para tratar los síntomas -son medicaciones para mejorar algunas dificultades y que ayuden en la diaria-. Lo central del autismo es lo que tiene que ver con la comunicación y el lenguaje, por ejemplo, y vieron que se modificaba.
También para la esclerosis múltiple. En adultos hay mucha evidencia de que ayuda con la espasticidad o la rigidez. Hace un tiempo pensé que si en los adultos funcionaba para temas de rigidez, por qué no funcionaría en los nenes con rigidez, con parálisis cerebral.Y lo empecé a probar en mis pacientes, con la aprobación de la familia pero sin sustento científico. Son nenes con cuadros muy complejos, graves, que no se pueden mover, que les cuesta comer. Me animé a probarlo y se benefician un montón.
Hoy lo aplico en trastornos del espectro autista, en rigidez, en distonía -otro tipo de movimientos-, espasticidad, en tics, en trastornos motores, para el síndrome de Tourette.
Eso es, en general, en lo que sugiero usarlo. Consultan mucho por déficit atencional, hiperactividad. De eso no hay tanta evidencia. Pero vamos viendo paciente por paciente si se puede aplicar medicina cannábica o medicina alopática. Para mi no es un River – Boca, uno versus el otro, sino ver en cada uno con qué se puede beneficiar. A veces vienen a consultarme por cannabis y no me parece que sea el momento, y otras veces al revés. Hay que ver cada niño y cada familia qué necesitan.
El ABC para empezar: no improvisar
– ¿Cuáles son los pasos formales para el tratamiento de cannabis en pediatría?
– Lo primero es que me consulten la preocupación que tenga la familia de cada paciente y ahí vamos viendo qué tipo de preparado y con qué cannabinoides podría funcionar. Algunos se pueden adquirir en farmacia y otros no. En chicos con epilepsia refractaria, en general empiezo con los aceites de farmacia a ver qué respuesta van teniendo. Si no funciona, tenemos la opción, un as en la manga, de los artesanales que tienen otros potenciales terapeúticos.
Siempre empiezo con una dosis muy bajita, de a una gota, y voy aumentando lentamente. En chicos hay que ser muy prudente. Les pido que a los 10, 15 días me escriban a ver qué pasó y les aclaro que al principio es una dosis casi homeopática, pero que vayan registrando cualquier cambio. Después vamos aumentando semana a semana y viendo los efectos en ese tiempo -tanto positivo como negativos-. Es lento y les pido que se armen de paciencia. Los voy acompañando y ante la mínima duda de que el cannabis pueda generar algo no deseado lo suspendo, dejo descansar.
Es importante que esté alejada la dosis de cannabis de la medicación habitual que toman porque si no, entre que lo tragan y se absorbe poco, si lo toman con otra medicación es como no darles nada.
Diferencias entre adultos y niños
– ¿Cómo es la vía de administración en niños?
– La idea es sublingual porque es mucho más directo. Pero la verdad es que la mayoría de mis pacientes no puede sostener el aceite debajo de la lengua porque son chicos con discapacidad, entonces muchos lo tragan. Pero cuando lo tragan va al estómago, se absorbe con sus enzimas, va al hígado, se metaboliza y recién después llega. O sea, que llega muchísima menos cantidad de la que se administra. Pero no hay otra opción. A veces hay que darlo, además, con alguna galletita o algo porque la mayoría de los nenes no lo quiere tragar entonces hay que enmascararlo como todas las medicaciones en pediatría. Nuestra colega Mariana Ríos, que es odontóloga, por ejemplo nos recomendó frotar el cannabis atrás de los labios, en la encía. Pero quizás meterle el dedo en la boca, según el niño, sea muy invasivo. Hay que ir buscando las opciones.
– ¿Cómo hacés la conexión entre paciente y el producto para que consuman aceites verificados?
– Cuando empiezan de cero no es un problema porque vas probando qué le sirve a cada paciente y sabés lo que tiene el aceite que le estás recomendando. Pero cuando llegan ya habiendo probado un aceite que les funciona es más complicado. En esos casos, tratar de hacer la cromatografía sería ideal, pero no todos pueden acceder ni les interesa a hacerla.
En general, recomiendo cultivadores que conozco personalmente y sé que son serios, sé cómo trabajan, por qué lo hacen y lo mandan a analizar ellos directamente. Yo también uso a veces los aceites de farmacia que, en general, para epilepsia refractaria sirven, tienen muy buena respuesta. Pero entre cultivadores artesanales trato de sugerirles los que ya conozco, que además trabajan distintas cepas y entonces, si los pacientes hacen tolerancia, es decir, que deja de hacer efecto después de un tiempo, se pueden rotar las cepas.
– ¿Hay diferencia entre la tolerancia entre niños y adultos?
– Los niños generan un poco más de tolerancia que los adultos. Hay nenes que tienen que rotar el aceite una vez por semana de aceite, son los menos pero hay. Muchos rotan una o dos veces por año. Y hay algunos tips que nos enseñaron las familias para evitar eso: se puede descansar dos o tres días, volver a una dosis menor. Lo fuimos aprendiendo con las familias, eso no te lo enseñan en ningún curso.
El universo de la planta
– ¿El cannabis siempre es una buena opción?
-Yo siempre digo que no es solo cannabis y no siempre cannabis. No deja de ser una medicación: natural, con un montón de beneficios, buenísima, pero también actúa en el sistema nervioso central e igual que las otras medicaciones tiene sus interacciones con otros medicamentos. Tiene sus efectos adversos. Son pocos, pero los tiene. Siempre aclaro que igual es una medicación y que requiere controles.
– Se sabe que los fitocannabinoides funcionan para determinadas patologías, ¿las otras partes de la planta -terpenos, flavonoides- tienen algún uso en pediatría?
– De flavonoides no he tenido la experiencia. Pero sobre terpenos, por ejemplo, una mamá se dio cuenta de que a su hijo no le funcionaban. Entonces estudió que a cierta temperatura se eliminaban los terpenos y el hijo a partir de ese cambio va bien. Otra mamá se dio cuenta de que el tipo de cannabis con limoneno -y todos los que son derivados del limón- a su hijo lo beneficiaba un montón: había un estado de náuseas y vómitos que tenía de chiquito y cuando le dio ese tipo mejoró.
La clave de una comunidad médica comprometida
– Hay cada vez más médicos que incluyen tratamientos con cannabis medicinal, pero también quienes siguen en contra, ¿cómo es el trabajo con otros colegas?
– Hay muchos pediatras que ya están trabajando con cannabis. Lo que tuvo de lindo de todo esto es que nos conocimos entre un montón de profesionales, armamos una comunidad muy linda de distintas especialidades. Conocer tantas especialidades y poder intercambiar información es super enriquecedor, desde lo profesional y desde lo humano.
Con los otros colegas que plantean otra postura en contra es más difícil. Yo trato de explicar al paciente, lo trato con mucha seriedad. Esto es algo muy nuevo, de los años 90, está en pañales. Es cierto que hay mucho para seguir investigando y que lo estamos por la experiencia empírica, pero que la verdad que el beneficio es muy interesante y las familias están muy agradecidas.
Periodista. Licenciada en Comunicación Audiovisual.