Mariano “Pitu” Gastaldi tiene 37 años y desde los 16 es cuadripléjico, tras un accidente. Empezó a usar cannabis contra el dolor, pero también lo ayudó a dormir mejor y a recuperar el apetito. Así mejora su rendimiento deportivo. Tiene su propia marca de aceite de cannabis.
Mariano “Pitu” Gastaldi siempre fue deportista. Hasta los 16 años, practicaba snowboard y roller en rampa, disfrutaba lo que define como “deportes de riesgo”. En 2001, mientras entrenaba saltando en la pileta de su casa de Córdoba Capital, se desmayó en el aire y no pudo poner sus manos al caer. El golpe le produjo una lesión medular que le impide mover manos y piernas: desde ese momento se maneja en silla de ruedas.
“Durante dos años tomé ocho pastillas cada ocho horas y tenía que aumentar la dosis porque el dolor no se iba. Probé cannabis y fue una sorpresa: mi cuerpo dejó de pesarme y recuperé el apetito”, cuenta hoy, a 21 años de haber empezado a tratarse con la planta. Jugador de la selección de rugby adaptado – rugby quad-, en esta entrevista reconstruye los prejuicios que tuvo que dejar atrás y habla de los desafíos que todavía quedan en el deporte.
– ¿Cómo manejás la terapia con cannabis y el entrenamiento en la Selección nacional de rugby adaptado, donde pueden pedirte antidoping?
– Yo soy deportista y a la vez no oculto absolutamente nada, todo el mundo sabe que yo consumo cannabis y cuando tengo antidoping dejo de fumar. Hace un tiempo tuve una competencia internacional y tuve que dejar el cannabis un mes. Volví por un tiempo a la pregabalina y al alplax o clonazepam para dormir, y la pasé muy mal. Después me llevó más de 10 días que mi cuerpo volviera a tener la dosis de cannabis para que no me moleste. Yo hace 20 años que no camino, tengo artrosis por todos lados, duele mucho el cuerpo y el cannabis me saca el dolor.
– ¿Qué pasa cuando volvés a los medicamentos clásicos, aprobados deportivamente?
– Cuando dejo de consumir cannabis el cuerpo me pasa factura. Yo nunca salgo de la cancha por dolor en el cuerpo, pero en ese momento, tomando 900 mg de pregabalina por día, tenía que salir antes del entrenamiento por los dolores. Ya quería volver a mi vida normal. Cualquiera que conozca el efecto del cannabis se tiene que reír de estas normas porque fumar o tomar aceite no da ventaja deportiva. A mí lo que me pasa es que me permite que el cuerpo no me duela y puedo salir a jugar al rugby tranquilo, sin que me pesen las piernas.
– ¿Sentís que afecta tu rendimiento?
– Sí, sé que rindo menos porque me conozco y sé lo que entreno y hago cuando estoy en mi tranquilidad con cannabis. Esta vez no rendí lo que tenía que rendir realmente, pero fui al psiquiatra, al médico e hice todo lo que tenía que hacer médicamente para poder cambiar el cannabis por drogas legales, es decir, las que en el antidoping no saldrían. Me preocupa porque la sanción es tres años, te cortan deportivamente: yo ahora tengo un juego olímpico y te manchan tu carrera, tu equipo, incluso socialmente. Pero bueno, yo acepto las reglas del juego, no hay mucha opción. Cuando llega el sorteo del antidoping todo el mundo está esperando que salga yo, porque ya que hice todo el esfuerzo, al menos que salga y me controlen.
– ¿Cómo fue tu primera aproximación a la terapia con cannabis?
– Yo tengo una lesión medular hace 20 años. Al comienzo te dan muchos medicamentos para estabilizar el sistema nervioso y el cuerpo. Llegó un momento en el que sentía que las pastillas no me hacían mucho y siempre tenía que aumentar la dosis. Y un día, a los 18 años, me planté con mi viejo y me fui al médico y le pregunté: «¿Qué voy a hacer a los 40, cuál es mi expectativa de vida con el consumo de esta cantidad de cosas? Yo no lo veía bien y el médico me dijo que iba a tener que ir aumentando la dosis relativamente. El remedio iba hacia el camino de quienes tienen cáncer: me daban 900 miligramos de pregabalina por día. Te altera todo directamente, no solamente el sistema nervioso, sino el humor y todo el resto.
– ¿Qué medicamentos tomabas?
– Los primeros dos años tomé ocho medicamentos cada ocho horas, era un cocktail bastante fuerte. Primero te dan medicamentos para el dolor, después te dan porque tenés dolores neuropáticos. Después tenés espasticidad: las piernas, al estar desconectadas del cerebro, hacen lo que quieren, están entumecidas. Después te dan un anticoagulante por las dudas. Como tenés tantas pastillas te dan un protector gástrico, y así vas sumando.
– ¿Tenías efectos adversos?
– No hay comparación alguna con un aceite de cannabis. Tomé lo máximo que era médicamente recomendable y la pasaba muy mal igual. El cuerpo dolía igual y la pasaba muy mal: hablo de dolores de tener que tirarte en la cama incluso con la máxima dosis. Era preocupante porque yo quería seguir haciendo cosas. Me preguntaba si en ese momento con todos esos medicamentos no podía estar bien, ¿qué iba a hacer después? Estaba claro que la solución no venía por ahí.
– ¿En ese momento decidiste probar otro tipo de terapia?
– El 3 de octubre de 2004 probé por primera vez cannabis y fue una sorpresa. Ya no se movían mis piernas, se habían quedado quietas. Yo no lo podía creer. Y de golpe tenía apetito, que antes con las pastillas me costaba. Empecé fumando prensado, no sabía bien hasta que me puse a estudiar. Y conseguí mis primeras flores. Cuando quise cultivar en el baño de mi casa, mis viejos me echaron y entonces me fui a vivir solo. Hasta el día de hoy no lo aceptan. Ven que produzco aceites, que me hace bien y que la gente me compra, pero no lo aceptan.
– ¿Cómo fue tu vínculo con los médicos, encontraste profesionales que te acompañen en tu tratamiento cannábico?
– Al menos en Córdoba no fue fácil encontrar a alguien que aceptara enseguida en ese momento, pero les mostré lo que me pasaba y empezaron a ver que funcionaba. A mi médico lo traje a mi casa , le mostré la plantita, cómo lo hacía yo todo lo puse cosecha conmigo y después el día que salió el Reprocann fue el primero que me llamó. Yo siempre digo que es depende para qué lo usás: yo no me quiero ir de mí mismo, no es un consumo para evadirme de la realidad. Yo simplemente quiero que mi cuerpo no me pese y quiero tener apetito.
– ¿Y en otros ámbitos de tu vida?
– Tuve que mostrar que trabajo, que me recibí de ingeniero. Es durísimo. Me llevó muchísimo soltar el prejuicio: antes siempre fumaba a escondidas, disimulando con gotas el efecto en los ojos, usando perfumes. Pero llegó un momento en el que sentí realmente que no estaba haciendo nada malo.
“Cultivá tu propia medicina”
Pitu Gastaldi es, además de jugador de la selección de rugby en silla de ruedas, ingeniero en Telecomunicaciones. Trabajó en el área de informática del Poder Judicial y, un poco por necesidad y otro poco como pasatiempo, hace tres años también lanzó su propia marca de aceite de cannabis. Su nombre es “Cultivá tu propia medicina”.
– ¿Cómo empezaste a hacer tu marca de aceite?
– Nació en 2008, que me fui a vivir solo y me puse a cultivar, era muy joven. Alquilé un departamento con dos habitaciones y una la usaba para cultivar. Y ahí puse Cultiva tu Propia Medicina porque era lo que efectivamente estaba haciendo. Antes de la pandemia vino un amigo de Estados Unidos que tenía el padre muy mal acá y no podía dormir nada. Le hice una resina pura y fue el primero. Pudo dormir cuatro horas, que era lo máximo para él. Y a partir de ahí, me propuse pensarlo para más gente. Ya tenía la marca y empecé. Vendí hasta una camioneta para poder hacer más aceites, fue una inversión.
Periodista. Licenciada en Comunicación Audiovisual.